La infraestructura en la nube se refiere a los componentes físicos y virtuales subyacentes, como servidores, almacenamiento y redes, que se requieren para soportar los requisitos de computación de un modelo de computación en la nube. Esta infraestructura es alojada y mantenida por un proveedor de servicios en la nube y se entrega a los usuarios a través de internet.
La infraestructura en la nube juega un papel crucial en la entrega de servicios en la nube. Proporciona la base sobre la cual se construyen las aplicaciones y recursos en la nube, permitiendo a los usuarios acceder y utilizar recursos de computación a demanda sin la necesidad de una infraestructura extensa en las instalaciones propias.
La infraestructura en la nube consiste en componentes físicos y virtuales que trabajan juntos para soportar las necesidades de los entornos de computación en la nube.
Los centros de datos sirven como la columna vertebral de la infraestructura en la nube. Estas instalaciones albergan los servidores físicos, dispositivos de almacenamiento y equipos de red que componen la infraestructura en la nube. Los centros de datos están diseñados para proporcionar un ambiente seguro y controlado en cuanto a temperatura para asegurar el funcionamiento adecuado del hardware.
Los servidores son los recursos centrales de computación dentro de la infraestructura. Procesan datos, ejecutan aplicaciones y gestionan los recursos de almacenamiento y red. Los dispositivos de almacenamiento, como discos duros o unidades de estado sólido, proporcionan la capacidad de almacenamiento necesaria para datos y aplicaciones.
El equipo de red, incluidos enrutadores, conmutadores y cortafuegos, permite la comunicación entre diferentes componentes de la infraestructura y facilita la transferencia de datos entre servidores y dispositivos de almacenamiento.
La tecnología de virtualización es una parte fundamental de la infraestructura en la nube. Permite que el hardware físico se divida en múltiples máquinas virtuales o contenedores, cada uno ejecutando su propio sistema operativo y aplicaciones. La virtualización proporciona la flexibilidad y eficiencia necesarias para maximizar la utilización de recursos en un entorno de nube.
Las máquinas virtuales (VMs) actúan como representaciones virtuales de computadoras físicas y se crean utilizando hipervisores o monitores de máquinas virtuales. Estas VMs pueden ser aprovisionadas, desplegadas y gestionadas de manera independiente, proporcionando a los usuarios la capacidad de escalar recursos según sea necesario.
Los contenedores, por otro lado, ofrecen una alternativa más liviana y rápida a las VMs. Los contenedores comparten el sistema operativo del anfitrión, lo que los hace altamente eficientes y portátiles. Son particularmente útiles para desplegar y gestionar microservicios y aplicaciones que requieren un escalado rápido.
La escalabilidad es una característica clave de la infraestructura en la nube. Permite que los recursos se aprovisionen o desactiven rápidamente según la demanda, asegurando que los usuarios tengan la potencia de cómputo y capacidad de almacenamiento necesarias cuando las necesiten.
La escalabilidad vertical, también conocida como escalar hacia arriba, implica agregar más recursos, como CPU o memoria, a un servidor individual o máquina virtual. Este enfoque es adecuado para cargas de trabajo que requieren capacidad de procesamiento o memoria adicionales.
La escalabilidad horizontal, también conocida como escalar hacia afuera, implica agregar más servidores o máquinas virtuales para distribuir la carga de trabajo entre múltiples recursos. Este enfoque es ideal para aplicaciones con cargas de trabajo variables que pueden beneficiarse del procesamiento en paralelo y la tolerancia a fallos.
Los proveedores de servicios en la nube emplean mecanismos de escalado automatizado que monitorean la carga de trabajo y ajustan automáticamente la asignación de recursos para satisfacer la demanda. Esta asignación dinámica de recursos asegura un rendimiento óptimo y eficiencia en costos.
La infraestructura en la nube soporta diferentes modelos de servicio, cada uno ofreciendo niveles variables de control y gestión para los usuarios:
Para asegurar la seguridad y la integridad de la infraestructura en la nube, es importante seguir las mejores prácticas:
Encripta los datos sensibles almacenados en la nube para prevenir el acceso no autorizado. La encriptación añade una capa extra de seguridad a los datos, haciéndolos ilegibles sin la clave de desencriptación apropiada. Esto protege la confidencialidad y privacidad de la información sensible, incluso si es comprometida.
Implementa métodos de autenticación fuertes y controles de acceso para limitar quién puede acceder a la infraestructura en la nube. La autenticación de dos factores, políticas de contraseñas fuertes y controles de acceso basado en roles pueden ayudar a prevenir el acceso no autorizado y mantener la integridad de la infraestructura.
Audita regularmente la postura de seguridad de la infraestructura en la nube para identificar y abordar vulnerabilidades. Realizar auditorías de seguridad regularmente ayuda a identificar posibles debilidades o configuraciones incorrectas que pueden ser explotadas. También asegura el cumplimiento con regulaciones y estándares de la industria pertinentes.
Al integrar componentes físicos y virtuales, la infraestructura en la nube permite la entrega de servicios en la nube, proporcionando a los usuarios recursos de computación flexibles y escalables. Juega un papel crucial en el soporte de varios modelos de servicio y en asegurar la seguridad e integridad de las aplicaciones y datos basados en la nube.