El hashing es un proceso de convertir datos de entrada, como un archivo o una contraseña, en una cadena de caracteres de tamaño fijo, que representa una huella digital única de los datos originales. Se utiliza comúnmente en ciberseguridad para almacenar contraseñas de manera segura y verificar la integridad de los datos.
Cuando se realiza un hash de datos, estos pasan por un algoritmo matemático que produce un valor hash único. El algoritmo toma los datos de entrada y realiza una serie de cálculos para transformarlos en una cadena de caracteres de tamaño fijo.
Las características clave del hashing son las siguientes:
Almacenamiento de Contraseñas: Una de las principales aplicaciones del hashing es en el almacenamiento de contraseñas. En lugar de almacenar las contraseñas reales, los proveedores de servicios almacenan los valores hash. Cuando un usuario intenta iniciar sesión, su contraseña ingresada es hashada y comparada con el valor hash almacenado. Si coinciden, se otorga acceso.
Integridad de Datos: El hashing también se utiliza para asegurar la integridad de los datos durante la transmisión o el almacenamiento. Al generar valores hash para archivos o mensajes antes de enviarlos, el receptor puede verificar la integridad de los datos comparando el hash generado con un nuevo cálculo realizado sobre los datos recibidos. Cualquier cambio en los datos resultará en un valor hash diferente, indicando una posible alteración.
Existen varios algoritmos de hashing comúnmente utilizados, cada uno con sus propias características, fortalezas y debilidades. Aquí hay algunos notables:
MD5 (Message Digest Algorithm 5): MD5 es un algoritmo de hashing ampliamente usado, rápido y simple. Sin embargo, se considera inseguro para ciertas aplicaciones debido a su vulnerabilidad a ataques de colisión.
SHA-1 (Secure Hash Algorithm 1): SHA-1 es otro algoritmo de hashing ampliamente utilizado. Sin embargo, también se considera inseguro debido a las vulnerabilidades encontradas en el algoritmo. Como resultado, se está eliminando su uso y reemplazándolo con alternativas más seguras.
SHA-256 (Secure Hash Algorithm 256): SHA-256 es parte de la familia de algoritmos de hashing SHA-2 y se utiliza ampliamente en muchas aplicaciones. Proporciona un nivel de seguridad más alto en comparación con MD5 y SHA-1.
Para mejorar la seguridad del hashing, se pueden implementar varias técnicas y mejores prácticas:
Salting: Salting implica agregar un valor aleatorio (sal) a los datos de entrada antes de hacer el hash. La sal se almacena junto al valor hash. Esta técnica mejora la seguridad al agregar aleatoriedad adicional y complejidad al valor hashado, haciéndolo más resistente a ataques precomputados mediante tablas arcoíris. También ayuda a proteger contra ataques como los de diccionario y los de fuerza bruta. Para más información, consulte el término: Salting.
Extensión de Clave: La extensión de clave es una técnica que agrega complejidad computacional al proceso de hashing. Implica ralentizar deliberadamente el algoritmo de hashing para hacer que los ataques de fuerza bruta y de descifrado de contraseñas sean computacionalmente costosos y largos.
Actualización de Algoritmos de Hashing: Es crucial actualizar regularmente el algoritmo de hashing utilizado, ya que con el tiempo se pueden descubrir nuevas vulnerabilidades. Mantenerse actualizado con los algoritmos de hashing más seguros asegura que los valores hash almacenados sigan siendo resistentes a ataques. Se recomienda actualizar a algoritmos más nuevos, como SHA-256, para mejorar la seguridad.
Durante la implementación del hashing, es esencial encontrar un equilibrio entre la seguridad, el rendimiento y la compatibilidad con los sistemas existentes. La evaluación y actualización regular de los algoritmos de hashing pueden ayudar a mantener la postura de seguridad general. Esto incluye evaluar los riesgos potenciales asociados con nuevos algoritmos y evaluar el impacto en los sistemas y aplicaciones existentes.
Para utilizar eficazmente el hashing en el almacenamiento de contraseñas y la integridad de los datos, las organizaciones deben seguir las mejores prácticas, como usar contraseñas fuertes y únicas para diferentes cuentas, implementar hashes con sal, y actualizar regularmente los algoritmos de hashing para usar las opciones más seguras disponibles. Al hacerlo, pueden mejorar la seguridad general de sus sistemas y proteger la información sensible contra accesos no autorizados y alteraciones.